martes, 22 de marzo de 2016

Galápagos, la realidad de un paraíso natural.




Seguramente usted ya visitó Galápagos o quizás es un destino que aún está pendiente en su lista de lugares por recorrer, lo cierto es que es un punto obligatorio para todo ecuatoriano o extranjero que  se considere un buen viajero. Un aventurero.

Un aventurero que está abierto a dejarse maravillar y apreciar la riqueza natural o cultural del lugar donde está parado, con el sencillo asombro de una primera vez. Sin embargo, a veces es difícil evitar influenciarnos por las expectativas  positivas o negativas causadas por comentarios o críticas de otros viajeros o a veces por la internet que ayuda para que nos hagamos una idea visual de lo que nos espera.

Y por favor, con esto no mal interprete mi comentario anterior, el interés de querer informarse sobre un destino antes de acceder a él, es excelente. Un buen viajero  investiga, pregunta y se informa antes de iniciar su ruta, tratando de ser objetivo y coherente con el lugar que planea visitar, dejando los prejuicios a un lado.

Recuerdo que en el año 2013 conocí a una joven pareja  de esposos que decidió viajar a Galápagos, aprovechando sus vacaciones anuales. Visitarían las encantadas por sugerencia de una buena amiga que tuvo la oportunidad de ir antes. Les había transmitido lo maravilloso del destino. Por su parte, ellos se lanzaron a la aventura por siete días aunque lamentablemente al cuarto, adelantaron desesperados su vuelo de regreso a Guayaquil, argumentando que era un viaje demasiado cansado. El viaje en lancha desde Santa Cruz hasta Isabela, fue mortal para ellos. Decepcionados por la experiencia concluyeron que habrían preferido viajar a un lugar calmado de playa, sombrillas y cocteles.  
 
Entonces ¿Qué causa esa imagen  irreal en las Islas Galápagos?
Nuestras queridas y ecuatorianísimas Galápagos poseen tanta publicidad, tanta información y maravillosas fotos que encontramos en la red que probablemente este colorido mosaico de divulgación hace  que algunas personas pierdan noción de lo que realmente representan: un Patrimonio Natural de la Humanidad, cuyo archipiélago de origen volcánico con plantas y anímales endémicos lo convierten en un laboratorio natural, atractivo para científicos y viajeros que aprecian la naturaleza, las excursiones, las caminatas, la fotografía, la aventura. Galápagos no es sinónimo de confort y lujo,  no es una isla caribeña, no es un destino cubierto de paisajes verdes y frondosos, no es un resort,  no es un parque de diversiones con  animales disponibles al antojo de sus visitantes. Galápagos es un Parque Nacional.

La semana pasada escuché a una persona que exigía un paquete turístico a Galápagos, para un familiar residente en los Estados Unidos. Era importante que  incluyera visitas a  todos esos lugares bonitos que se ven en la internet y que además pudiera ver toda su fauna típica o al menos la mayoría. Y lo pedía así ya que su hermano hace dos años atrás visitó Galápagos y sus expectativas cayeron al piso. Solo vio paisajes secos, áridos y demasiada caminata para su gusto.

¿Qué debe hacerse en una situación así?
Si se es un agente de viajes,  llenarse de paciencia y aclararle con lujos de detalles al cliente lo que realmente representa un viaje a Galápagos. Si no le gusta el panorama, la idea de recorrido y ajetreo, siempre hay otras  alternativas donde pueda vacacionar junto a una piscina o el mar.

Si usted señor viajero está pensando ir a Galápagos por cuenta propia, por favor lea, infórmese y planifique su viaje conforme a lo que le ofrece el destino con sus respectivos reglamentos y sus vacaciones serán una aventura grata y satisfactoria. Recordando dejarse maravillar por lo sencillo y natural. Valorando todo lo que nos ofrece la madre naturaleza  por muy pequeño y simple que parezca,  porque es  allí donde se encuentra lo valioso de esta tierra y siempre sonría, sea feliz y no deje de viajar.