Árboles petrificados por el transcurso de millones de años, cientos de colibríes que revolotean cazando dulzuras, duendes escurridizos que protegen el tesoro de las minas de oro... Esto y mucho más ofrece «la capital bananera del mundo» según comprobaron un grupo de agentes de viajes, mayoristas y comunicadores que atendieron una gentil invitación del Ministerio de Turismo, a través de la Dirección Provincial de Turismo de El Oro, y de la Dirección de Turismo del Gobierno Provincial local, ambos con sede en Machala.
Las energías para tal recorrido, cumplido del 23 al 25 de abril, llegaron a través del aroma y sabor del típico cafecito zarumeño, del delicioso tigrillo, del poderoso cebiche de mariscos frescos y demás delicias que se sirvieron los afortunados invitados en esta ruta donde destacamos tres lugares de atractivo inigualable.
Bosque petrificado Puyango
Declarado «Bosque Protector y Tesoro Paleontológico del Patrimonio Nacional» en 1988, este destino de naturaleza de 2.658 hectáreas se formó hace 300 millones de años atrás, cuando el mar interior de la gran masa continental se secó dando paso a un área agreste producto de varios cambios naturales y climáticos, convirtiéndose en lo que hoy conocemos como un testigo permanente de la evolución del planeta.
Puyango, localizado entre las provincias del El Oro y Loja, se destaca por exhibir los cadáveres de cientos de árboles fosilizados que colapsaron debido a cataclismos naturales, como erupciones volcánicas, tras lo cual la ceniza los sepultó durante millones de años hasta que posteriores movimientos de tierra los hagan emerger a la superficie con una singular particularidad: su materia orgánica desapareció ante la invasión de los minerales de la tierra y la ceniza. Así esos árboles quedaron hechos convertidos en roca.
Entrar en este bosque petrificado es ingresar al pasado. Grandes troncos de madera fosilizados yacen por doquier, entre ellos muchos de ellos que, según se cree, se levantaron junto a los dinosaurios de la era Jurásica.
Los estudios paleontológicos indican que Puyango posee dos grupos de fósiles desarrollados en diferentes épocas. El primero, llamado Bosque de Piedra, reúne la mayor concentración de troncos de roca en la zona de menor altitud del Parque. El segundo grupo está localizado en la parte alta de la quebrada El Chirimoyo, donde se complementa la más grande colección de madera petrificada en el mundo.
La madera prehistórica no es el único fósil en este bosque, ya que también se han encontrado hojas de árboles, animales, insectos y fósiles invertebrados marinos, estos últimos pertenecientes al periodo cretácico. Todos esos sólidos descubrimientos se exhiben en el pequeño museo instalado a la entrada del parque, el cual ofrece un preámbulo sobre la historia y formación de esta zona antes de iniciar el recorrido por un sendero entablado muy bien demarcado.
El Bosque Petrificado Puyango está abierto al público diariamente, desde las 09:00 hasta las 17h00, donde los turistas pueden acceder a este ancestral mundo dispuesto a mostrarnos en vivo y directo parte de la historia del planeta.
Piñas y la Reserva Buenaventura
Visitar el cantón Piñas significa sentirse como en casa. Es encontrarse con gente sencilla, cálida y amigable, dispuesta siempre a ayudar y colaborar con el turista, por ello no en vano se aprecian algunos extranjeros radicados permanentemente en este lugar. Fue fundada en el año 1815 por el español Juan de Loayza, quien bautizó el territorio con ese frutal nombre en honor a su pueblo de nacimiento en Europa.
Piñas se caracteriza por tener un agradable clima, por conservar su arquitectura antigua y por un entorno natural exuberantemente impresionante.
Los verdes bosques que rodean a Piñas siempre estuvieron matizados por los fragantes pétalos de orquídeas de diversas especies, forma y color. Por algo esta localidad es conocida como la «Orquídea de los Andes». Esta gran riqueza florística despierta el interés de dos investigadores coterráneos, Reinaldo Espinosa y el Profesor Rubén Torres, quienes a mediados del siglo anterior se dedicaron a clasificar las orquídeas de la zona, llegando a contar 200 especies.
Tal riqueza resulta evidente en la Reserva Buenaventura, localizada a pocos kilómetros de la ciudad de Piñas, cuyo territorio se encuentra influenciado por cuatro regiones endémicas del Ecuador: las tierras bajas del Chocó, las tierras bajas Tumbesinas, la ladera accidental de los Andes y las tierras altas suroccidentales.
Su mayor población está compuesta por aves, entre las que se destaca, cientos y miles de colibríes que a pocos metros de la puerta de ingreso a la reserva vuelas alrededor de bebederos con agua azucarada, ubicados estratégicamente para el deleite visual del visitante, que posteriormente, al recorrer los senderos, puede encontrarse con otras especies de aves y de mamíferos.
La Fundación Jocotoco es la encargada de cuidar esta reserva, que es parte de una decena de zonas protegidas en el país por esta entidad creada con el objetivo de cuidar especies de aves en peligro de extinción, principalmente en hábitats no considerados en el sistema de parques y áreas naturales del Estado.
Zaruma y el duende del Sexmo
«Zaruma, linda, mi tierra querida, ciudad hermosa de nuestro Ecuador; con tu paisaje lleno de alegría; risueñas casas y campos en flor», son las líneas de un poema hecho canción escrito por Julio Espinoza Apolo, quién exalta románticamente las virtudes de esta ciudad cuya arquitectura se exhibe orgullosa en sus casas tradicionales de ventanales bellamente ornamentados.
Zaruma está bendecida por el oro. Se sabe que desde la época preincaica este mineral tuvo un papel importante, además, que en la época colonial fue considera el eje comercial de la Real Audiencia de Quito.
Al igual que Piñas, Zaruma encanta por su delicioso clima y atrapa la atención del turista con su historia llena de esplendor y su conservada arquitectura colonial. Muchos de los zarumeños descienden de judíos serfadíes (judíos españoles), que llegaron a este lugar huyendo de la inquisición española.
La actividad minera en Zaruma tuvo su auge en el siglo XIX y a inicios del siglo XX, pero la falta de tecnología ha hecho que cada vez sean pocos los mineros artesanales que se dediquen a esta actividad. Algunas empresas mineras también han cerrado al pasar el tiempo. Actualmente se está promoviendo el desarrollo del turismo minero, una excelente manera de explotar todos los recursos, leyendas e historias que la minería les heredo.
La mina turística de El Sexmo es un claro ejemplo de lo anteriormente mencionado. Se trata de la mina más antigua de Zaruma, nombrada así gracias a una pepa de oro de tres libras que se encontró en este lugar y que fue ofrecida como presente al Rey Felipe II de España. En agradecimiento, el monarca remplazó el impuesto del Quinto Real por el Sexmo, que consistía en pagar la sexta parte de los ingresos que se producían en esta tierra.
Casco, botas impermeables y un guía son la mejor compañía para quienes nunca han vivido la experiencia de sumergirse en un túnel oscuro y húmedo, donde por momento las luces parpadean y hasta desaparecen por escasos segundos a petición del guía para mostrar el profundo vacío que puede sentirse en este hoyo que penetra más de 300 metros en la montaña.
A medida que se avanza por un camino lodoso y a ratos encharcado, el guía comenta sobre la presencia de un duende guardián del oro, quien decide a quién dárselo y a quién no. El ambiente se pone misterioso. El duende puede aparecer en cualquier momento, sobre todo si lo invocamos en la oscuridad, comenta el guía.
Todos están a la expectativa cuando este experto apaga la linterna para a través de monosílabos de meditación, hacer un llamado a ese pequeño personaje, tras lo cual la enciende para tomarlo desprevenido. Unos pocos aseguraron haberlo visto. Otros no. También realizamos un ritual de meditación colectiva para invitar a los presentes a sentir la energía mística de aquel lugar. Todo como parte de la aventura dentro de una mina. Todo es parte de la gran aventura en la provincia de El Oro.
Publicado en revista Transport, junio 2010
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