El Ecuador turístico se ha caracterizado desde sus inicios por sorprender al mundo con productos inéditos: cruceros en las Islas Galápagos, paseos andinos en el ferrocarril más difícil del mundo, ecolodges y tours fluviales en la Amazonía más profunda, caminatas por sectores coloniales bien conservados y excursiones en las nieves eternas de volcanes activos. Ellos han sido algunos de los productos que con el sello «Sólo en Ecuador» han acompañado a la industria turística nacional desde su génesis.
Sin embargo, los ecuatorianos aún podemos hacer mucho más. El destino Ecuador que todos conocemos debería ser el punto de partida para desarrollar, dentro de ese marco maravilloso, una nueva camada de programas turísticos que enciendan flamantes brillos para deslumbrar al viajero nacional y extranjero.
¿Qué tal suena un tour para buscarle novia al Solitario George en Galápagos o para coquetearle al Tintín en los paisajes costeños? Sólo la imaginación, el entusiasmo, la decisión, y la organización podrán brindarle nuevas experiencias al viajero.
Privado y público
Esta industria requiere la permanente suma de estructuras e infraestructuras turísticas al servicio y la comodidad del visitante, pero en este trabajo siempre será necesaria una gran dosis de creatividad e innovación por parte de las empresas que trabajan en pro de este objetivo, y las operadoras receptivas tienen el papel principal en esta gran obra llamada «creaciones y adaptaciones turísticas».
Así lo considera Víctor Chiluiza, gerente general de la guayaquileña Ecua Andino Planet. «Una operadora debe tener destinos variados y programas turísticamente ricos», indica, y para ello resulta vital crear productos distintos a la oferta convencional. Con ese propósito esa empresa ha desarrollado dos programas especiales: la
Ruta del Sombrero de la Paja Toquilla, llamado también Panamá Hat Tour, que se vende como turismo cultural, acompañado de una pequeña guarnición con sabor a naturaleza, sol, playa y típica gastronomía. Este circuito parte desde Guayaquil y recorre rústicos poblados como Barcelona, Sinchal, Libertador Bolívar, Pile y Montecristi, en donde Chiluiza ha trabajado en conjunto con los pobladores en lo relacionado en atención al viajero para convertir un atractivo cultural en todo un producto turístico.
Su segundo producto propio es la observación de delfines y aves acuáticas en Puerto El Morro, a veinte minutos de General Villamil (Playas), para lo cual trabajó en conjunto con el Municipio de Guayaquil para promocionar ese producto poco conocido en el país. La clave es buscar nuevas opciones y sumar aliados, recomienda Chiluiza.
Existen muchas maneras de incentivar la cre
atividad y poner a prueba la imaginación de las personas. No se trata de inventar el «agua hervida» como se dice criollamente, sino de crear nuevas alternativas utilizando los recursos disponibles. Los entes públicos pueden hacer mucho para ese propósito.
La Fundación Municipal Turismo para Cuenca realizó en el año 2008 un concurso entre las operadoras de la capital azuaya para promover nuevos productos y ampliar las posibilidades de actividades recreativas dentro de la ciudad y alrededores.
Xavier Montezuma, coordinador de proyecto para la Fundación, explica que la idea del concurso nació para darle una imagen diferente a Cuenca, para que no sólo sea considerada como un destino cultural y colonial, sino también de aventura, deportes y demás. El resultado de esa iniciativa sería la creación de nuevos paquetes que ayudarían a aumentar
los días de permanencia del turista en la ciudad. «La propuesta tuvo muy buenos resultados. El concurso fue selectivo y muy exigente; para definir al ganador contamos con expertos en el tema turístico», explica Montezuma.
El ganador fue el programa «Cuenca: cables y cuerdas», de la operadora Expediciones Apullacta. Sandy Bravo, jefe de operaciones de esa empresa, señala que este programa nació de la idea de fusionar tres tipos de actividades que requieran cuerdas, como escalada en roca, canopy y barranquismo, las cuales se realizan en zonas naturales cercanas a Cuenca y pueden cumplirse en uno o varios días. La mayoría de sus clientes son extranjeros, pero dentro del rubro de turistas nacionales los guayaquileños ocupan el primer lugar, señala Bravo.
Lo último: la oferta comunitaria
En el Ecuador puede existir mucha creatividad. Sólo se requiere de un poco de organización, esfuerzo y motivación. Y si esa creatividad genera un proyecto social que favorece a un grupo o comunidad, ¡mejor aún! Christian Garzón, gerente general, de Runa Tupari (Cotacachi, Imbabura), indica que el turismo comunitario le ha brindado al Ecuador una renovada cara que destaca su amplia multiculturalidad.
Este proyecto empezó con la Unión de Organizaciones Campesinas e Indígenas de Cotacachi, creada con el fin de luchar por los derechos de los pueblos indígenas de la zona. Con el transcurso del tiempo y la ayuda de la ONG holandesa Agriterra decidieron crear Runa Tupari en el año 2001. Hoy este programa cuenta con 20 albergues operados por igual número de familias y con capacidad cada uno para tres personas.
¿Cuál es la oferta que los distingue?: Los turistas pueden convivir con las familias anfitrionas en sus rutinas rurales, que incluyen sus labores en el campo. Para asegurar la calidad de esta oferta, Runa Tupari seleccionó a las familias con mejor actitud en la valoración de sus costumbres que habiten en viviendas autóctonas construidas con madera y materiales tradicionales.
Ellos no son los únicos. Fórmulas similares se han multiplicado en este Ecuador de diversas culturas que, hasta de manera espontánea y casi sin organización, cautiva a los turistas.
Un ejemplo: los viajeros se entusiasman en ayudar a los pescadores halando las redes desde las playas de diversas comunas costeras del país (¿Qué tal suena crear «El tour del pescador»?).
En otras ocasiones el programa novedoso late pasivamente esperando que lo descubran en plena ciudad. Segundo ejemplo: En la capital opera desde el 2002 un grupo llamado Quito Eterno, conformado por jóvenes profesionales de diversas áreas que disfrazados como personajes como Manuela Sáenz, Manuela Espejo, Manuel Quiroga y demás patriotas dramatizan la historia del Quito Colonial en paseos en un comienzo ofrecidos con fines educativos a escuelas, colegios y otras instituciones, pero que ahora se han convertido también en una sorprendente opción para que el turista recorra sitios como la calle La Ronda, la Plaza Grande y diversos museos aprendiendo sobre arte, historia y tradiciones de la capital y el país.
¿Dónde están los próximos programas turísticos innovadores del Ecuador? ¿Quiénes los están desarrollando? Invitamos a la comunidad de viajes del país para que compartan con los demás un poco de su creatividad.
Publicado revista Transport, agosto 2010
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