La sostenibilidad en el Ecuador está predestinada. Así lo afirma el ingeniero Rodolfo Paz, profesor de la Escuela Superior Politécnica del Litoral (Espol), quien actualmente dicta cátedra sobre manejo ambiental para empresas turísticas. Este experto explica que tal realidad reemplaza paulatinamente un pasado reciente en que, a nivel global, las empresas invertían exclusivamente en el capital económico, mientras que le daban la espalda a la inversión del capital natural, que se reducía visiblemente.
Un planeta en alerta ecológica ha disparado las alertas en la última década, lo cual ha provocado que la sustentabilidad aparezca en escena como estrategia global en diversas actividades del ser humano. Sin embargo, en tales inicios muchas empresas se resistieron al cambio, “su actitud era reactiva; afortunadamente la evolución se ha hecho presente y esas mismas empresas se han vuelto proactivas, descubriendo nuevas oportunidades económicas”.
Paz agrega que la sustentabilidad en el turismo debe ir acompañada de una adecuada cadena de valores que motiven a las empresas, por ejemplo, al diseño de productos responsables y al manejo de desechos para reincorporarlos al suelo como nutrientes o en la tecnósfera como un producto reciclable.
En Ecuador, el turismo es una industria económica que incentiva de manera particular a sus empresas a lograr una certificación de sostenibilidad turística o la verificación de sus servicios. La validación más popular es el sello Smart Voyager brindado por la ONG quiteña Conservación y Desarrollo, el cual ha comenzado a exportarse a países de Sudamérica.
Smart Voyager funciona con el apoyo de la organización conservacionista Rainforest Alliance, con sede global en Nueva York y oficina andina en Quito, la cual brinda asistencia técnica a las entidades que se involucran en tal proceso, a la vez que mantiene otros para aumentar la conciencia responsable de los negocios. Tales negocios se detallan en la página web viajesostenible.org.
Termas de Papallacta SPA, Resort y Centro de Convenciones, complejo ubicado en la parroquia Papallacta, al este de Quito, fue una de las primeras empresas en recorrer tal camino. “Nos propusimos obtener la certificación porque somos muy concientes de la fragilidad del área donde están las fuentes termales. Nuestro negocio está fundado en un recurso natural, así que tenemos que protegerlo”, indica Jaime Pallares, director general de operaciones.
El ejecutivo agrega que la certificación los ha puesto en una nueva etapa de desarrollo, en la cual sus gastos de luz, agua y almacenaje han disminuido considerablemente. Así mismo aseguran haber sido cuidadosos al asegurar la sostenibilidad a largo plazo y proteger los empleos que crearon de manera directa e indirecta.
“Nuestro negocio es más provechoso ahora y sentimos que este título es un reflejo de la alta calidad de los servicios que proporcionamos a nuestro huéspedes. Y así continuaremos en el futuro”, concluye Pallares.
Escoger a los aliados
Bambú Travel es una operadora de turismo receptivo con nueve años en el mercado guayaquileño. Desde sus inicios practica y promueve la sustentabilidad entre sus clientes, que mayormente son de procedencia europea, estadounidense y canadiense.
Eric Guaranda, encargado del área operativa de esa compañía, comenta que la mitad de sus pasajeros extranjeros solicitan visitar lugares donde predomina el turismo sostenible, mientras que el resto no lo solicitan, pero lo aceptan gustosos cuando se los sugieren. Esa tendencia no se replica en el cliente ecuatoriano, explica ese profesional según su experiencia, en la cual de cien viajeros nacionales solo uno demanda visitar un destino u hotel con las características mencionadas.
Bambú Travel prefiere proveedores con certificaciones de turismo sostenible, los cuales se encuentran mayormente en la Sierra y la Amazonía ecuatoriana. La hostería Alándaluz, representada por esta operadora en Guayaquil y localizada en el sur de Manabí, en la Ruta del Spondylus, es uno de los pocos negocios costeños que cumple con una oferta ecológicamente responsable. Mientras que Galápagos, por su condición de Patrimonio Natural de la Humanidad, prácticamente obliga a todas sus empresas a respetar los principios de sostenibilidad, principalmente en los cruceros.
Guaranda asegura que el costo de mantener una empresa sostenible depende de la ubicación y el confort que ofrezca. Una hostería en la Sierra o en la Costa tendrá precios más asequibles que un lodge localizado en la Amazonía, cuyos costos operativos pueden ser bastante altos, convirtiéndose en un producto considerado caro para los pasajeros nacionales. Esa situación no debe desalentar a los empresarios, añade, ya que los parámetros de sostenibilidad son rentables a mediano y largo plazo, por lo que la perseverancia es un ingrediente importante en esta decisión.
Más allá de lo establecido
Melissa Dumignard, gerente de Vitalideas, organización ecuatoriana cuyo objetivo es elaborar y participar en proyectos de conservación del ambiente, es también encargada de las políticas sostenibles de la operadora quiteña Surtrek, cuyos clientes son en su mayoría alemanes.
Dumignard señala que una empresa turística sostenible debe extender su filosofía a la oficina y los empleados, mejorando el ambiente laboral y aplicando acciones simples, como reciclar el papel y los cartuchos de la impresora.
Pero las iniciativas también pueden ser innovadoras y muy especializadas. Por ejemplo, Vitalideas propone a los turistas contrarrestar las emisiones de gases por efecto invernadero emitidos por los viajes aéreos. De esta manera, los pasajeros pueden conocer –a través de un sencillo cálculo– cuánto daño causó su traslado hasta su destino de vacaciones.
Para compensarlo, Vitalideas propone tres actividades adicionales a su itinerario turístico: plantación de árboles, participación en el desarrollo de una comunidad rural o la adopción de un terreno donde se implementará un programa de reforestación de especies nativas. Cumplir con estos programas no es obligatorio, pero muchos clientes los aceptan voluntariamente debido a su compromiso personal hacia la sostenibilidad.
Los entrevistados coinciden en que el Ecuador debe seguir multiplicando sus prácticas sustentables, especialmente en el sector turístico, ya que de no hacerlo sus patrimonio natural y cultural se irá agotando hasta que finalmente el país no tenga nada que ofrecer al turismo, pero sobre todo a nuestros hijos.
Un país rico en billetes y monedas puede convertirse en pobre en recursos básicos para la supervivencia humana. El turismo sostenible representa una inversión al principio, pero al final provocará sin duda una gran ganancia.
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